En aquel momento no fui muy consciente, pero a principios de los 2000, no estaba en mi mejor momento. Había dejado la universidad, estaba bebiendo demasiado, estaba más gordo de lo que había estado nunca y me estaba convirtiendo poco a poco en el típico tipo amargado de bar.
Desde los 14 una de mis pasiones era hacer música, escribir pequeñas canciones divertidas, tocar la guitarra, saltar como un descerebrado en bandas cutres, pero también había comenzado a presionarme mucho para escribir buenas canciones. Para hacer buena música. Para escribir intrincadas melodías y secuencias de acordes, con exquisitas interpretaciones vocales al estilo Jeff Buckley o algo así. Ahora, cualquiera que me haya escuchado cantar o tocar la guitarra podrá decirte sin duda que no soy Jeff Buckley. Y como no hacía nada más en mi vida normal, presionarme para ser bueno en la música también me estaba haciendo aún más miserable de lo que ya era.
Es extraño cómo algo tan sencillo como ver un video musical en MTV2 puede cambiar tu vida. Por alguna razón, ese video fue el bastante inofensivo Wasted and Ready de Ben Kweller.
Era fan de su banda anterior Radish cuando era adolescente, así que fue emocionante verlo en solitario. Él ya no era tampoco un adolescente y, sobre todo, fue emocionante ver como se divertía. Inmediatamente me compré su álbum Sha Sha e investigué su presencia online. Tal como eran las cosas por entonces, cuando aún no había Twitter, ni Facebook ni siquiera MySpace. ¡Tenía una página web rosa y azul que además tenía un tablón de mensajes! Fue increíble encontrar una comunidad entera comunicándose con tanto cariño.
Conocí a muchas personas geniales y comprensivas y descubrí tantos grandes artistas a través de estos foros… Era como si hubiera un mundo diferente ahí fuera, más que solo el pub de la esquina. ¡Imagínate! Descubrir a Ben Kweller y los artistas con los que estaba andaba – Adam Green, Kimya Dawson, Jeffrey Lewis, etc. Todo esto me dio la confianza y la fuerza para continuar con esas pequeñas canciones pop con letras tontas que tanto me gustaba escribir. Para cantar con mi propia voz, ronca, débil y desafinada. Y sobre todo, ser y sentirme yo mismo.
Poco tiempo después, conocí a una persona a través de este foro, que me fascinó de tal manera que me compré un billete de avión a Australia para ir a verla. 15 años después, acaba de llegar a casa del trabajo, se sienta a mi lado en el sofá y me cuenta cómo ha ido su día.