La exposición itinerante “Cartes a l’alcaldessa” nos pidió que escribiésemos una carta a Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona. Si hubiéramos podido, habríamos metido esta canción de Elliott Smith en el sobre… Aquí tenéis la carta que enviamos.
Miña querida alcaldesa, Lieve burgemeester,
Era uno de esos escasos días de calor que cada verano belga brinda. Mis hermanos y yo nos estábamos tirando globos llenos de agua en el jardín de casa, montando mucho jaleo. Demasiado para nuestro pobre abuelo que estaba a cargo de nosotros e intentaba dormir la siesta en la sombra del Sauce Llorón. Yo era el que más gritaba, así que pidió que me acercara y me puso en su regazo. Con voz muy baja me pidió que por favor no hiciera tanto ruido. Me dijo que el grito nunca es necesario. Y que las palabras más importantes de mi vida me las susurrarían al oído, no me las gritarían. Me sonrió, me dio una palmadita en el culo y me dejó seguir jugando. El tiempo le ha dado la razón, ya que esas palabras susurradas debajo de aquel árbol viejo me han acompañado toda mi vida.
Para una bonita locura como montar un sello discográfico hacen falta unas raíces profundas. Y escogimos las palabras del abuelo para sostener nuestra pequeña empresa Son Canciones. Y es que los dos siempre hemos sentido la necesidad de más intimidad en la vida, la cultura y la música. Siempre nos han gustado las cosas pequeñas, orgullosas de serlo. Intentamos trasladar esa necesidad en todo lo que hacemos. Y, la verdad, Barcelona siempre nos ha permitido ser pequeños. Los dos vinimos en busca de una vida, unas oportunidades y una alegría que no conseguimos encontrar ni en Galicia ni en Bélgica. Necesitábamos sacudirnos la melancolía y la rutina. Muy pronto nos dimos cuenta de que habíamos acertado eligiendo nuestro destino. Barcelona nos ha dado innumerables oportunidades y pequeños rincones donde disfrutar de la intimidad. Siempre fue una ciudad grande que nos acogió con brazos pequeños. Nos inspiró, nos envalentonó y nos empujó. Pero, y lo decimos sin ánimo de hacernos la víctima, no siempre es fácil ir por el camino de lo pequeño. Y en nuestra experiencia lo es cada vez menos. Igual que el juice bar lleno de turistas se ha tragado nuestro bar favorito de la esquina y la cadena de ropa ha reemplazado la pequeña tienda de barrio donde antes comprábamos los tomates más ricos del mundo, la cultura ‘grande’ siempre está al acecho. Los altavoces enormes suenan mucho más que los pequeños. Nuestra lucha de cada día es contra los monopolios y el amiguismo, los dos grandes pilares de la cultura masificada.
A veces nos ponemos a soñar. Y nos gustaría vivir en una ciudad donde todo el mundo tiene las mismas oportunidades. Una ciudad que va a contracorriente de estos tiempos de tanto griterío y grandilocuencia. Una ciudad que alardea de lo pequeño. Una ciudad que da el micrófono a las personas que realmente tienen algo que contar. Una ciudad donde se recompensa el talento, no la cantidad de contactos en el agenda o el pasaporte que uno lleva. Una ciudad que empuja a las pequeñas iniciativas alternativas en lugar de dejarse arrastrar por los macro-eventos. Una Barcelona que no grita pero susurra.
Si esta carta fuera una conversación, se lo diríamos todo en voz muy baja. Como al abuelo le hubiera gustado.
Un abrazo, y mucho ánimo en su gran tarea,
Mabel Alonso & Lieven Scheerlinck
-Son Canciones-